Nueva York.- Tres meses después de ser declarado culpable de dos delitos de transporte para ejercer la prostitución, el rapero y magnate musical Sean Combs, conocido como Puff Daddy o Diddy, ha sido sentenciado a cuatro años de prisión y una multa de 500.000 dólares, la pena máxima por esos cargos. La sentencia, dictada este 3 de octubre por el juez Arun Subramanian, busca enviar un mensaje contundente: la violencia y el abuso contra las mujeres no quedarán impunes, sin importar el poder o la fama del acusado.
“Se debe imponer una pena considerable para enviar un mensaje tanto a los agresores como a las víctimas de que el abuso contra las mujeres se castiga con verdadera responsabilidad”, afirmó el juez durante la audiencia.
La sentencia: una decisión ejemplar
El proceso, que duró siete semanas, culmina un juicio de alto perfil que comenzó en mayo y concluyó en julio de 2025. Aunque Combs fue absuelto de los cargos más graves —tráfico sexual y liderazgo de una organización criminal, que podían implicar cadena perpetua—, el juez Subramanian consideró la gravedad de esos señalamientos para establecer la pena final.
La fiscalía había solicitado una condena de 135 meses de cárcel (más de 11 años), aunque admitía que lo más probable era una sentencia de entre 51 y 63 meses (cuatro a cinco años). Por su parte, la defensa pidió solo 14 meses, con un máximo de 27. Finalmente, el juez optó por una condena cercana al rango recomendado oficialmente de entre 70 y 87 meses (seis a siete años), dejando claro que no veía motivos para reducir sustancialmente el castigo.
“Este no es un simple caso de transporte de personas. Existen factores agravantes, como una indiscutible violencia”, sostuvo la fiscalía.
Combs ya ha cumplido un año en prisión preventiva desde su detención en septiembre de 2024, tiempo que será descontado de su condena.
Un alegato entre el remordimiento y la estrategia
Durante la audiencia, el artista de 55 años pronunció un discurso de 12 minutos, pidiendo perdón a sus víctimas, especialmente a su exnovia y principal testigo, Casandra Ventura (Cassie).
“Perdí el rumbo. Me perdí en las drogas y el exceso. Mi caída tuvo su origen en mi egoísmo. Me he sentido humillado y destrozado hasta lo más profundo de mi ser… La cárcel está diseñada para quebrarte mental, física y espiritualmente. Durante el último año, ha habido días en los que he pensado que sería mejor estar muerto. Pero la prisión te cambia o te mata; yo elijo vivir”, escribió Diddy en una carta al juez Subramanian.
El músico suplicó clemencia y aseguró haber aprendido de sus errores: “Sé que nunca volveré a levantarle la mano a otra persona. Estoy dispuesto a cumplir cualquier condición que me imponga el tribunal”.
Sin embargo, el juez fue inflexible: “Aunque ha expresado remordimientos por algunas cosas, no lo ha hecho por las penas que enfrenta”, dijo, rechazando el argumento de la defensa que retrataba a Combs como un “preso modelo” que incluso daba clases a otros reclusos.
Los testimonios que marcaron el juicio
El juicio se centró en dos casos clave, especialmente el testimonio de Casandra Ventura, exnovia del rapero durante casi una década. Ventura, embarazada de nueve meses al momento de declarar, relató años de violencia física, psicológica y sexual, incluyendo palizas, violaciones, amenazas y humillaciones.
Su testimonio, que duró una semana, fue decisivo para el veredicto y reconfiguró la imagen pública de Combs, revelando una faceta de abuso sistemático y control que iba más allá de los excesos habituales del mundo del espectáculo.
La otra víctima, cuyo nombre no se ha hecho público, también describió un patrón de coerción, drogas y explotación.
Un historial de abusos y un futuro incierto
Desde noviembre de 2023, más de un centenar de personas —hombres y mujeres de distintas edades y estados de EE. UU.— han presentado denuncias contra Combs por abusos sexuales, coerción y violencia. Muchos de los testimonios apuntan a un patrón de manipulación en el que el rapero se acercaba a sus víctimas prometiendo oportunidades profesionales, para luego someterlas mediante drogas y violencia.
El Departamento de Seguridad Nacional registró sus propiedades en marzo de 2025 y un gran jurado federal investigó sus actividades durante meses, lo que derivó en su arresto.
Pese a la sentencia actual, el caso Combs está lejos de terminar: hay decenas de demandas pendientes y nuevos juicios en preparación. Analistas judiciales en EE. UU. lo califican como el “MeToo del mundo del hip-hop”, una sacudida a una industria históricamente marcada por la impunidad del poder masculino.