Ciudad de México,.– México se ha sumado a la ola mundial de indignación tras la detención de connacionales que viajaban en la Flotilla Global Sumud, misión civil que pretendía romper el bloqueo israelí para entregar ayuda humanitaria a Gaza. Las Fuerzas Armadas de Israel interceptaron este miércoles los barcos en aguas internacionales, un acto que activistas y juristas califican como secuestro y violación del derecho internacional.
En distintas ciudades del país, manifestantes salieron a las calles para exigir la liberación de Sol González, Arlín Medrano y Ernesto Ledesma, confirmados como detenidos por las autoridades israelíes. Las movilizaciones alcanzaron Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, San Cristóbal de las Casas y Oaxaca, entre otras localidades, donde ondearon banderas palestinas y se corearon consignas como “Netanyahu asesina, y Trump patrocina” frente a la Embajada de Estados Unidos.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) emitió un comunicado en el que informó haber solicitado acceso consular inmediato y reiteró su exigencia a Israel de garantizar la seguridad y la integridad de los detenidos. Sin embargo, hasta el cierre de esta edición, no se ha confirmado su ubicación ni las condiciones de su detención.
El abogado David Peña, representante legal de las familias, denunció que los detenidos permanecerán incomunicados al menos 12 horas y que las autoridades mexicanas desconocen los sitios de traslado y su situación física.
Mientras tanto, organizaciones civiles y colectivos de periodistas condenaron la represión israelí contra la flotilla y exigieron al gobierno de Claudia Sheinbaum adoptar una postura firme frente al genocidio en Gaza. En sus comunicados, varias agrupaciones solicitaron que México rompa relaciones diplomáticas con Israel como medida de presión.
Otros connacionales que viajaban en la flotilla, entre ellos Carlos Pérez Osorio, Laura Alejandra Vélez Ruiz Gaitán, Miriam Moreno Sánchez y Diego Vázquez Galindo, aún no han sido confirmados como detenidos.
La Flotilla Global Sumud, integrada por más de 500 personas de 50 países, buscaba entregar comida y medicinas a la población gazatí, en una misión que pretendía visibilizar y enfrentar el asedio impuesto por Israel. La intercepción en altamar representa un nuevo capítulo de la estrategia israelí de criminalizar la solidaridad internacional y silenciar las voces críticas frente al genocidio en Gaza.