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Malèna y el Zepelín: La tragedia del placer en Chico Buarque y Giuseppe Tornatore

Fotograma de Malèna (2000)

Dos narradores, la misma historia. Uno es trovador y el otro cineasta. Cada uno con las herramientas y métodos de su profesión relatan los pormenores de un personaje cuyo destino fue sellado al convertirse en prohibido objeto del deseo. Provenientes ambos de geografías muy dispares, separados por fronteras de agua, tiempo y lenguaje. Pero qué más da si es en el tropical Brasil o la Italia mediterránea; la mujer que toma el control de su cuerpo y lucra con el placer siempre será el blanco del desprecio y la ingratitud de la sociedad.

Dice una anónima cancioncilla euskera yo no soy bonita, ni lo quiero ser porque las bonitas se echan a perder. La suerte de la fea, la bonita la desea reza un conocido refrán. Sabiduría popular que desafía al llamado pretty privilege. Pareciera que un ser que posee belleza y bondad del alma es solamente una fantasía de cuento de hadas, una contradicción en el mundo real. Y es justamente ese arquetipo del cual Chico Buarque y Tornatore se apropian.

Gení y El Zepelín (Gení e O Zepelim en portugués) es una canción del año 1979 que también tuvo una versión en español en los 80’s. Nos relata la historia de una joven de singular belleza que se dedica a la prostitución en los bajos fondos de una ciudad sin nombre. Condenada a esa vida desde su niñez, Gení es una persona popular entre los parias y los marginados; es una mujer de buen corazón que cuida de los ancianos y los enfermos. No obstante, su fama de entregarse a cualquiera le impide recibir simpatía de la gente “decente”. Un día, un zepelín emerge de las nubes con la amenaza de destruir a la ciudad y a sus habitantes.

A menos que Gení se entregue al comandante de la areonave, quien la desea desde el momento de verla por primera vez, el destino de todos es la muerte. Con los poderes civiles y religiosos rogándole a sus pies, Gení finalmente se entrega al comandante a cambio de su redención. Sin embargo, una vez que la siniestra máquina de guerra se retira por los aires, Gení vuelve a recibir la misma cruel cantaleta de siempre:

Joga pedra na Geni

Joga pedra na Geni

Ela é feita pra apanhar

Ela é boa de cuspir

Ela dá pra qualquer um

Maldita Geni!

 

La heroína de Tornatore vive una historia muy similar, en un papel interpretado por la bellísima Mónica Bellucci. Los sucesos de Malèna (2000) transcurren en el sur de Italia en el curso de los últimos años de la segunda guerra mundial. Casta y leal como Penélope, Malèna espera a su marido al que todos dan por muerto. Mientras su belleza despierta la envidia en las demás mujeres, su inquebrantable fidelidad hace que los hombres engendren ese vulgar resentimiento hacia la mujer que no pueden poseer.  Poco a poco van tejiéndose rumores e intrigas que terminan alejándola de su padre, la única persona con la que contaba. Sola y con la autoestima destrozada, ella se convierte en la mujer que todos asumían que era.

Al fin y al cabo, su reputación ya la precedía, aunque fuese únicamente fundada en las fantasías y las mentiras de los hombres que la desean. Haga lo que haga, ella siempre será la puta del pueblo. Sin nada que perder, se entrega sin reserva a los alemanes. Icónica se ha vuelto esa escena donde sobran las manos generosas ofreciendo lumbre para encenderle un cigarrillo a la despampanante Malèna pelirroja; escena que algunos han comparado, un poco a la fuerza, al retrato que Magritte hizo de su esposa Georgette en 1934.

 

A través de secuencias donde la realidad se confunde con las divagaciones fantásticas de la mente de un adolescente (el narrador de la historia, cabe mencionar) la cinta de Tornatore toca maravillosamente temas sensibles vividos por la población civil en la posguerra. La trama puede ser punto de partida para discusiones sobre feminidad y la opresión sistemática de la mujer en los roles tradicionales de género. Paradójico que Harvey Weinstein, el productor de la cinta sea hoy en día una figura non grata para muchos en la industria cinematográfica por su aterrador historial de acoso y abuso de autoridad.

Si bien el mensaje que podamos interpretar de ambas obras puede ser conflictivo, lo trascendente de ambas historias es ajeno a la belleza y personalidad de sus protagonistas. No se trata pues, de perpetuar esa dicotomía de virgen y prostituta, sino más bien de trascenderla y entender que Malena y Geni son seres humanos que, independientemente de sus atributos físicos, tomaron decisiones arriesgadas en una situación adversa, desde su condición de mujeres.

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