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¿500 pesos y un sueño? Así nació Onirópolis, el cortometraje que está rompiendo esquemas

Cine sin presupuesto, pero con todo el corazón: la revolución de Onirópolis y Más Allá Producciones

Por: Jhoselyn Soria Crecencio

Onirópolis: No todo es lo que parece, el cortometraje dirigido por Carlos Almazar, se ha convertido en una revelación en el panorama del cine independiente. Con una historia que explora los límites de la venganza, la identidad y el dolor, el corto ha destacado principalmente por su narrativa de ciencia ficción y distopía.

Onirópolis es una obra que, con una duración de poco más de 20 minutos, desafía las convenciones del género al invitar al espectador a reflexionar sobre las segundas oportunidades y los misteriosos límites de la realidad.

Este corto, que ha comenzado a ganar terreno a través de la plataforma Cinemorelia, en el apartado de Talento Emergente, ha logrado colarse en las primeras posiciones, lo que ha impulsado la carrera del joven director y su equipo. A pesar de las limitaciones económicas y los desafíos logísticos, Onirópolis ha logrado captar la atención del público y de la crítica gracias a su estética única y su profunda carga emocional.

En una reciente entrevista con el director, Carlos Almazar, y los miembros del elenco, se desvelaron los procesos creativos, las influencias literarias y cinematográficas, así como las experiencias personales que ayudaron a dar vida a esta historia única.


La trama: una historia de venganza y redefinición personal

La protagonista, Carmen, interpretada por Hadasha Sierra, es una joven que experimenta una de las traiciones más desgarradoras que una persona puede vivir: el intento de asesinato a manos de su pareja, Damián (interpretado por Gustavo García), quien además la había engañado con otra mujer, Daniela (interpretada por Paloma Domínguez). En un giro inesperado, Carmen no solo sobrevive al ataque, sino que también enfrenta la devastadora pérdida de su bebé. Esta serie de eventos desencadena su sed de venganza, la cual se convierte en su único motor, pero la historia toma un camino sorprendente cuando Carmen “despierta” dentro de una realidad virtual llamada Onirópolis, un mundo manipulado por los sueños.


Influencia literaria y cinematográfica: un homenaje al cyberpunk

Carlos Almazar, quien también escribió y dirigió el proyecto, reveló que Onirópolis tiene profundas raíces en el género cyberpunk, particularmente en la novela Neuromante, de William Gibson, un clásico de la ciencia ficción que introdujo conceptos como el ciberespacio y las inteligencias artificiales. Almazar mencionó que Matrix también fue una de sus grandes influencias, aunque subrayó que Onirópolis no se limita solo a un homenaje a estas obras, sino que busca llevar al espectador a un mundo más introspectivo, donde la realidad es mutable y las segundas oportunidades se presentan como un escape de la desdicha.

“En ese momento de mi vida estaba pasando por una crisis. Acababa de terminar una relación muy significativa. Nunca hubo violencia, pero sí mucho estrés, tristeza y depresión. Este proyecto fue, para mí, una forma de cerrar un ciclo, de darle sentido al dolor a través del arte. Así que Onirópolis es una realidad virtual que representa que, aunque el mundo sea difícil o doloroso, siempre existe una salida y una segunda oportunidad. En ese sentido, el sueño del que despierta la protagonista simboliza eso: la posibilidad de volver a empezar”, explicó el director. 

Onirópolis
Onirópolis

El desafío de filmar en locaciones íntimas

Una de las historias más curiosas detrás de la producción de Onirópolis fue la decisión de filmar algunas de las escenas más personales en el propio departamento de Hadasha Sierra, quien interpretó a Carmen. Originalmente, el equipo planeaba grabar en un hotel, pero la falta de disponibilidad los llevó a tomar una decisión arriesgada: grabar en la casa de la actriz.

“Sí, intentamos conseguir locación en varios lados, pero no encontramos lugar. Ya era tarde, había empezado a llover, algunas personas del equipo se tenían que ir y estábamos bastante desesperados. Entonces les dije: ‘Vámonos a mi casa, ahí podemos grabar’. Aunque fue útil, fue muy curioso porque mi departamento es un espacio muy íntimo, y se ve mucho de mi vida personal. Sin embargo, creo que ese ambiente genuino, casi invasivo, terminó siendo beneficioso para la película. Todo se sintió muy auténtico”, compartió Hadasha.

Carlos Almazar confirmó que este toque de autenticidad jugó a favor del proyecto, aportando una atmósfera más cruda y realista a la narrativa.

“Aunque fue algo invasivo para Hadasha, esa intimidad sumó mucho a la atmósfera que queríamos crear”, dijo.

“Cuando ya no teníamos dónde grabar, yo estaba considerando manipular el guion ahí mismo, cambiarlo todo. El calor del momento me hacía pensar: ‘No hagamos esto, hagamos lo otro, cambiemos la historia’. Pero empezó a llover y, con la lluvia, llegaron más nubes; la luz del exterior se nos fue. Y ahí, en medio de todo, me dije: ‘No voy a aguantar este tipo de estrés’. En serio dudé si seguirme dedicando al cine”, confesó.

“Al final de cuentas, cuando uno crea algo, es como vivir con una obra. Al menos un guion se vuelve parte de tu vida, desde que lo empiezas a escribir y eres constante hasta que editas el último fotograma. Pero siempre está esa duda: cómo lo va a recibir la audiencia”, agregó Almazar. 

A pesar de la carga emocional y el desgaste, el proceso de edición le permitió reconectar con el proyecto desde un lugar más íntimo:

“Cuando estaba editando la escena donde Hadasha está llorando en su cama, me hizo llorar. Yo no soy de llorar, soy muy seco, bastante frío. Pero su actuación me removió muchas cosas que tenía por dentro. Quizás fue una catarsis de toda la carga que tuvimos durante el trabajo. Y, después de ver esa escena, me dio al menos un poquito de esperanza en que, si mi proyecto no era bueno, si no estaba bien escrito, si no estaba bien dirigido, al menos su actuación lo iba a levantar mucho. Y creo que fue lo que pasó”.

Onirópolis
Onirópolis

El impacto de la comunidad

Uno de los puntos clave en la producción de Onirópolis fue su enfoque colaborativo y comunitario. Ejemplos de ello fueron Alejandro García, fotógrafo de producción, e Iztel Ocany Souza, productora del cortometraje, quienes tuvieron una participación fundamental para el éxito del mismo. Ocany manejó todo, desde la gestión de contratos hasta la organización de los horarios del rodaje. Almazar agradeció profundamente su apoyo, mencionando que, sin ellos, el proyecto no habría sido posible.

Ninguno de los actores había visto el resultado final de su trabajo hasta la primera proyección en un espacio público:

“Estábamos buscando un espacio adecuado para proyectarlo. Queríamos que fuera algo especial, un lugar donde no se filtrara nada, que todo se mantuviera hermético, pero no se daba. Al final dije: ‘Ya, chingue su madre, lo vamos a ver entre todos’”, comentó Carlos.

El equipo organizó una proyección especial del cortometraje en el auditorio de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), Plantel Centro Histórico. Sobre esto, Hadasha platicó:

“Cuando vi la proyección por primera vez, me sentí un poco tímida al verme actuar, porque son actitudes que normalmente no tengo, y me dio algo de risa verme en esas situaciones. Pero mis compañeros me dijeron todo lo contrario, que les convenció mi actuación, que lo hice bien… y eso me levantó mucho el ánimo. Me hizo sentir que valió la pena”.

Además de la producción, se ofreció una conferencia titulada “Espacios independientes para la realización de cine colectivo”. Carlos comentó:

“Fue una experiencia increíble compartir la película con el público y también contar con la retroalimentación de profesores de la UACM, como Jorge Linares y Aldo Solís, quienes aportaron diferentes perspectivas sobre el proyecto”, como el carácter poético de la pieza, al reconocer en la narración de Hadasha una dimensión íntima y literaria: “Hay algo en las voces, en las narrativas, que abre espacio para experimentar con otros recursos. La poesía que guía el relato no solo se escucha, también se siente”, comentó Carlos.

Carlos explicó que, junto a Ocany Souza, planean llevar el modelo de trabajo que han desarrollado a otros espacios universitarios:

“Tenemos más o menos pensado tomar el modelo que hicimos aquí, en la UACM Centro Histórico, y replicarlo en la UACM San Lorenzo Tezonco”, comentó Almazar. “Es algo que nos ha tomado un poquito más de tiempo del que pensábamos, pero la idea es empezar a darle todo un poquito más de amor y que la gente lo vaya acompañando y conociendo”.

Este esfuerzo busca no solo dar visibilidad al proceso detrás del filme, sino también sembrar la inquietud y la inspiración en nuevas generaciones:

“Queremos replicar al menos en dos planteles más. Parece que el siguiente va a ser Tezonco y después Colonia del Valle o Cuautepec”, añadió.

Onirópolis
Onirópolis

Una producción de bajo presupuesto: el poder del talento

La filmación de Onirópolis fue un proceso intensivo durante varias semanas: diez días de grabación, distribuidos en un mes y medio, y dos semanas de edición, en los que el equipo tuvo que ajustarse a los tiempos y a las limitaciones del presupuesto.

Uno de los aspectos más sorprendentes de Onirópolis es su presupuesto extremadamente reducido:

“El presupuesto total fue de alrededor de 500 pesos; todo lo que se usó específicamente para el corto. El equipo técnico ya lo teníamos y lo seguimos usando”, explicó Carlos.

A pesar de las limitaciones financieras, la película ha logrado atraer la atención de plataformas como cinemorelia, donde ha sido incluida en la sección “Talento Emergente” y ha alcanzado una popularidad internacional, situándose en el top 2 de los más vistos en la plataforma.


cinemorelia: una plataforma emergente para el talento latinoamericano

Un hito importante para Almazar y su equipo fue la inclusión del proyecto en cinemorelia, una plataforma gratuita de streaming (https://cinemorelia.com/), que busca difundir el talento emergente en México y América Latina. Cinemorelia ha sido clave para el crecimiento del cine independiente en la región.

“Cuando nos aceptaron en cinemorelia fue un momento muy especial. Nos dio una gran visibilidad, no solo en México, sino a nivel internacional. A través de esta plataforma pudimos llegar a una audiencia mayor”, señala Carlos.

cinemorelia es una de las plataformas que está abriendo caminos a los cineastas independientes, dándoles la oportunidad de mostrar su trabajo a una audiencia global. Aunque la plataforma se ha enfocado principalmente en cine latinoamericano, también ha incluido proyectos de otras regiones, como Europa y Estados Unidos, lo que demuestra su compromiso con el cine emergente:

“Es una plataforma que entiende las necesidades de los cineastas independientes. No solo es un espacio para exhibir nuestras obras, sino que también nos ofrece la posibilidad de conectar con otros creadores, y eso es muy valioso”, agrega Carlos.

La inclusión en cinemorelia permitió que el proyecto de Onirópolis alcanzara una nueva dimensión. De hecho, el cortometraje se ubicó rápidamente en los primeros lugares de popularidad dentro de la plataforma:

“Es increíble cómo, en tan poco tiempo, pasamos de estar en ‘Talento Emergente’ a llegar a ser uno de los proyectos más vistos. Pasamos del puesto 8 al 1 en cuestión de días, y eso es algo que nunca imaginamos”, dice Almazar, con una sonrisa de satisfacción.

Onirópolis
Onirópolis

Tenemos que abrir nuevos espacios para el cine independiente

Carlos también ha consolidado una productora independiente: Más Allá Producciones, y nos compartió su visión sobre la autogestión, la formación práctica de cineastas y cómo su modelo desafía las estructuras tradicionales de la industria cinematográfica.

La productora no solo busca producir sus propios proyectos, sino ser una plataforma que capacite a personas interesadas en el cine, proporcionando formación práctica en distintos aspectos de la producción cinematográfica.

El cineasta destaca la importancia de crear un centro de capacitación popular donde cualquier persona, sin importar su experiencia, pueda involucrarse directamente en las producciones, ya sea en la actuación, dirección, sonido o aspectos técnicos. Según Almazar, este enfoque permite que los participantes aprendan “haciendo” y asuman roles de responsabilidad desde el principio, como asistentes de dirección, con el objetivo de adquirir experiencia real.

El equipo de Más Allá Producciones es multidisciplinario. Aunque Carlos es el fundador, se ha rodeado de un grupo sólido que incluye a colaboradores como Ocany Souza, Adriana Giner y Alejandro García, así como a nuevos integrantes como Hadasha, quien fue una parte fundamental del proceso de capacitación. El equipo sigue creciendo con la inclusión de actores, directores de fotografía, sonidistas y otros técnicos que colaboran en el cine. Es importante mencionar que la mayoría de los colaboradores son estudiantes de la UACM.


Proyectos en marcha y el futuro de la productora

El primer proyecto publicado de la productora fue Onirópolis, pero Carlos ya está trabajando en el siguiente gran paso: Lo que nos queda, que será su primer largometraje. Además de este, hay varios proyectos en desarrollo, incluido un documental sobre el maíz transgénico, dirigido por una de las integrantes del equipo.

Carlos menciona que, aunque la productora surgió de su propia autoría, quiere dar espacio a otros creadores para desarrollar sus proyectos, como videoclips de hip hop y otros guiones en desarrollo.

El trabajo en equipo y los retos de lo autogestivo

Uno de los retos principales de la productora es su modelo de trabajo autogestivo. Almazar explica que, desde el principio, fue claro con todos los involucrados: Más Allá Producciones no cuenta con patrocinio ni apoyo institucional; por lo tanto, la compensación que se ofrece a quienes colaboran en los proyectos no es económica, sino que se basa en la experiencia adquirida y la acreditación dentro de una producción cinematográfica real, lo cual puede ser un paso importante en sus carreras futuras.

En el próximo proyecto, Lo que nos queda, el casting se realizó a través de internet, con más de setenta solicitudes diarias. Sin embargo, la falta de remuneración llevó a que algunos se bajaran del proyecto. Almazar lo ve como parte del proceso:

“La dificultad de gestionar un proyecto sin apoyo económico es una forma de resistencia ante un sistema cinematográfico que está dominado por grandes corporaciones y nepotismo”, señala.

En este sentido, Carlos destaca que Más Allá Producciones no solo busca hacer cine independiente, sino también resistir la privatización de la industria, demostrando que es posible crear proyectos colectivos sin depender de los grandes monopolios cinematográficos. El proyecto tiene como objetivo crear un cine más libre, donde los creadores puedan tomar sus propias decisiones sin tener que rendir cuentas a ninguna institución o industria tradicional. Este enfoque, aunque desafiante, también es una forma de redefinir las estructuras del cine contemporáneo, donde los cineastas pueden colaborar de manera horizontal y sin las limitaciones impuestas por las grandes corporaciones.


Lo que nos queda, el próximo proyecto

Carlos Almazar se encuentra en plena preproducción de Lo que nos queda, un largometraje que adapta de manera libre los clásicos Drácula, de Bram Stoker, y Nosferatu, de Murnau, pero con una visión profundamente filosófica sobre el dilema de ser una vampira y asesina. Almazar compartió los detalles de su proceso creativo.

El título de la película pasó por varias fases antes de quedarse con Lo que nos queda, un nombre que, según Almazar, tiene un aire místico diseñado para generar especulaciones sin revelar demasiado sobre la trama.

La historia toma elementos clave de Drácula y Nosferatu, pero con una reinterpretación única. Almazar destaca que la escritura del guion fue un proceso desafiante que tomó siete meses, ya que la película es una historia original que necesita desarrollar profundamente a los personajes antes de la acción:

“Es un proceso complejo, pero necesario para que los personajes realmente cobren vida en la pantalla”, comenta el director.

El rodaje de Lo que nos queda comenzará en los próximos meses y se extenderá hasta finales del año. Cuenta con siete actores principales: Ángeles Gonzales, Luz María Silvia, Hadasha Sierra, Danna Paola Luna, Maxi Pelayo, Claudia Quijada y Carlos Almazar, con un total de 30 personas involucradas activamente en el rodaje y 200 extras.

Para Almazar, esto representa “una labor titánica”, ya que la película no solo es una producción desafiante desde el punto de vista logístico, sino también por su enfoque único de cine colectivo e independiente:

“La música, aunque no será un musical, juega un papel esencial. Queremos crear una atmósfera única, utilizando post-punk, darkwave y algo de grunge e indie, que evocan la estética de los años 90”, asegura.

Como parte del espíritu autogestivo del proyecto, se invita al público a seguirlo a través de su página oficial: https://www.facebook.com/masallaproducciones/, donde se publicará un video promocional y otras actualizaciones sobre el desarrollo del largometraje y los demás proyectos.


“Se vale soñar”: Hadasha y su primera vez en cine

Para Hadasha, Onirópolis no fue solo su primer proyecto como actriz, sino también una experiencia transformadora que la llevó de la vulnerabilidad al descubrimiento. En entrevista, compartió cómo vivió su debut en la pantalla, sus emociones al ver el proyecto crecer y la sorpresa de que su trabajo ahora forme parte de una plataforma como cinemorelia:

“Sí, se me hizo sorprendente. Los créditos también se los doy a Carlos, porque él fue quien estuvo moviéndose para que aceptaran el proyecto. Mi emoción fue de asombro y de felicidad, porque ver ese proyecto plasmado, en el que tal vez no nos sentíamos tan seguros, es muy bonito”.

Hadasha representa el espíritu de una nueva generación de actrices que entienden el cine no solo como una industria, sino como una forma de comunidad, de resistencia y de búsqueda personal. Su voz es, también, un llamado a atreverse.


Adriana Giner: la colaboración clave

En este proyecto también es fundamental la participación de Adriana Giner, actriz y productora, quien se unió recientemente al equipo con la intención de aportar su experiencia en el mundo de las artes escénicas y la producción. Giner es una nueva pieza clave en la organización del proyecto, pues se va a encargar de gestionar recursos y patrocinios. La colaboración entre Almazar y Giner, así como la de otros miembros del equipo, será fundamental para que el proyecto pueda llegar a buen puerto:
“Las personas correctas llegan en el momento correcto”, explica Giner.


Palabras de aliento para los futuros cineastas independientes

Para Hadasha, lo más valioso de la experiencia es lo que puede inspirar a otros:
“Está padre que los compañeros se animen, porque seguramente hay más escritores, hay más gente que quiere producir y, por una u otra razón, no se animan. Muchas veces es por pena o porque desde antes alguien ya te dijo que no, incluso sin conocerte”. Con orgullo añade: “… desde la nada se puede formar un equipo, y ese equipo puede llegar a lugares increíbles”.

Para Carlos Almazar, hacer cine no es una cuestión de presupuesto, sino de entrega:
“La verdad es que la manera en que estamos operando nosotros, sin un salario, es un sacrificio. Es una entrega súper, súper comprometida”, dice con honestidad.

A pesar de las dificultades económicas, lo que lo impulsa es la pasión inquebrantable de su equipo: “Admiro mucho al equipo que tengo porque son guerreros. Son personas muy espirituales, de alguna manera. Yo les diría a los creadores que, si no lo logran, se unan con nosotros. Pero también la idea es que aguanten y se atrevan. Si el día de mañana dicen que nuestra obra es mala, no importa. Lo que importa es que ellos estuvieron ahí trabajando por su sueño, por su visión. Y eso es lo que más vale la pena”.

Esa misma convicción la comparte Adriana, quien enfatiza que hay mucho talento silenciado esperando ser escuchado: “Yo creo que existe mucho talento allá afuera que está silenciado y, pues, aquí estamos. Y si se quieren subir al barco, necesitamos todo el talento posible para que esto fluya bien y que catapulte de una manera importante”.

Lejos de ser una utopía, lo que están construyendo ya es una realidad tangible:“Ya se empezó a trabajar en él, no es un sueño”, asegura Adri. “Es un trabajo muy arduo, entonces vale la pena ir por los frutos. Yo sé que hay mucha gente guardada, que no se atreve, pero que tiene un talento desbordante. Nos encantaría que se acercaran”.

Sus palabras reflejan el corazón de un proyecto que desafía las lógicas tradicionales del cine: aquí no se mide el éxito por taquillas ni premios, sino por la capacidad de construir comunidad, sostener una visión colectiva y abrir camino para quienes aún dudan si dar el salto.

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