Imagínate esto: haces fila por horas, logras entrar al Auditorio Juan Rulfo, y cuando por fin tienes al ídolo enfrente, todo se va al carajo por el desorden. Eso fue exactamente lo que vivieron los asistentes ayer. Lo que prometía ser una charla tranquila entre amigos con Benito Taibo, casi termina en tragedia cultural por culpa de la mala organización y la euforia desmedida.
Lo más importante de la jornada no fue solo el “berrinche” del cantautor, sino la cátedra de realidad que dio cuando decidió volver. Porque sí, volvió, pero no para cantar, sino para poner los puntos sobre las íes en temas que nos duelen a todos. Aquí te contamos el drama paso a paso.
El momento del caos: “¿A qué jugamos?”
Todo comenzó con normalidad, pero el ruido exterior era insoportable. Decenas de personas que se quedaron fuera del auditorio comenzaron a gritar y empujar exigiendo entrar. La situación se volvió tan incómoda que el propio Serrat interrumpió la charla.
“He hecho muchos kilómetros para estar hoy aquí, tenía mucha ilusión de estar con ustedes, pero es imposible tener un acto con el alboroto que hay afuera”, sentenció el catalán. Y sin más, se levantó y se fue.
Por lo tanto, el pánico se apoderó de la sala. Benito Taibo, visiblemente apenado, trató de mediar la situación pidiendo que cerraran las puertas para aislar el ruido. Fueron entre 13 y 15 minutos de incertidumbre total donde nadie sabía si el evento se cancelaba definitivamente.
El regreso triunfal y el silencio necesario
Afortunadamente, el orden regresó (con ayuda de la policía y los organizadores cerrando puertas). Cuando Joan Manuel Serrat en la FIL Guadalajara volvió a tomar asiento, el silencio fue sepulcral. Era una ofrenda de paz del público hacia el maestro.
“¿Qué prefieres, un Rey o un As?”, le preguntó Taibo para romper el hielo. Serrat, con la agilidad mental que lo caracteriza, respondió: “¿A qué jugamos?”. Y ahí, el alma nos volvió al cuerpo. El diálogo se reanudó, pero el tono cambió. Ya no era solo una charla literaria; se convirtió en un análisis crudo del mundo actual.
Joan Manuel Serrat abandona charla en la FIL Guadalajara por caos y gritos. Tras unos minutos regresó para continuar Mil Jóvenes con Serrat #FIlGuadalajara #serrat #guadalajara @PublimetroMX pic.twitter.com/gKPhD02Wxo
— Gabriela Acosta (@gacosta13) December 4, 2025
Democracia, ultraderecha y los dueños del mundo
Una vez superado el trago amargo, Serrat no se guardó nada. Se lanzó directo a la yugular del sistema político y económico actual. Con una lucidez envidiable, habló sobre cómo una casta de multimillonarios y la ultraderecha están secuestrando la democracia.
“Es más fácil pronosticar la fecha del fin del mundo que la fecha del fin del capitalismo”, declaró contundente. Además de eso, criticó cómo estos grupos de poder desprecian a la humanidad con tal de ganar miles de millones de dólares diariamente.
Para Serrat, la democracia es el sistema “menos malo”, pero está siendo bombardeada por mensajes que nos venden soluciones mágicas y autoritarias. Sin embargo, no todo fue pesimismo; el cantautor se declaró un “optimista diario” que cree en desenmascarar a los farsantes para encontrar nuevos caminos.
El Mediterráneo: De musa a cementerio
Uno de los momentos más emotivos y duros fue cuando habló de la migración. Aquel mar Mediterráneo al que le cantó con tanto amor en su juventud, hoy lo ve con otros ojos. Para él, se ha convertido en un “sarcófago” contaminado y salado por las lágrimas de quienes mueren intentando cruzarlo.
Serrat criticó duramente a Europa, calificándola de “madrastra” que cierra fronteras y maltrata a quienes solo buscan un futuro mejor. “Nadie deja su país porque quiere, la inmigración es un sentimiento de libertad pero también de pérdida”, afirmó.
Además, señaló el negocio sucio que hacen algunos gobiernos al convertir la retención de migrantes en una industria, creando verdaderos campos de concentración financiados por la misma Europa.
Redes sociales: La guerra del diálogo
Finalmente, no podía faltar su opinión sobre la comunicación moderna. Serrat lamentó que herramientas como Twitter (ahora X), que nacieron para conectar, se hayan convertido en armas de destrucción masiva del diálogo.
“Se va al carajo porque se convierte en un negocio extraordinario para anular al contrario”, explicó. Para el poeta, una sociedad que pierde la capacidad de dialogar está condenada al fracaso.
En conclusión, el susto valió la pena. Joan Manuel Serrat en la FIL Guadalajara nos recordó por qué es uno de los grandes: no solo por su música, sino por su inquebrantable compromiso ético y social. Ojalá aprendamos la lección: para escuchar al maestro, primero hay que guardar silencio.
¿Tú qué opinas? ¿Hizo bien en salirse o fue exagerado? Déjanos tu comentario y comparte esta nota con tu tío el que ama a Serrat.

